Una, Dos y Tres.
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Una, Dos y Tres. Antonio Carmona.
¿Qué tal? De vuelta a la realidad, supongo, se acabaron las vacaciones.
Pues nada, yo aquí sigo, aprendiendo de todo lo que me sucede, intentando no caer en ese refrán que dice que "El hombre es el único animal que tropieza dos (y chorrocientas también) veces en la misma piedra". Y creo que sí que lo voy logrando. Tropiezo, pero menos que antes.
Recientemente, en Pasión de Gavilanas...
"... Quizás no deba decirlo, pero que me acuerdo mucho de ti, y pienso un trillón de veces al día en ti. Claro que me acuerdo de ti...".
Si me dice eso... ¿qué opciones tengo yo? Pues varias, pero he hecho la mejor: callar y no contestarle. Pues sí, porque le hubiera dicho tantas cosas que he preferido no decirle ninguna y hacer como me hace a mí. Cuando paso de la línea, cuando le digo alguna cosa seria, es decir, algo que tenemos que hablar pero que no se atreve, calla. Entonces, para contestarle y que luego la que se quede a dos velas sea yo, que se joda y no le digo nada. Además, obviamente, sí, así no ayuda nada, no tendría que decir esas palabras.
¿Pero qué coño se piensa? ¿Qué voy a caer con cuatro palabras bonitas? ¿Qué no aprendo? Pues no, se equivoca. Aprendo. Sigue estando dentro, sigo viendo su cara en mi imaginación, pero eso no significa que siga siendo igual de gilipollas que antes.
Aire.
Pues nada, yo aquí sigo, aprendiendo de todo lo que me sucede, intentando no caer en ese refrán que dice que "El hombre es el único animal que tropieza dos (y chorrocientas también) veces en la misma piedra". Y creo que sí que lo voy logrando. Tropiezo, pero menos que antes.
Recientemente, en Pasión de Gavilanas...
"... Quizás no deba decirlo, pero que me acuerdo mucho de ti, y pienso un trillón de veces al día en ti. Claro que me acuerdo de ti...".
Si me dice eso... ¿qué opciones tengo yo? Pues varias, pero he hecho la mejor: callar y no contestarle. Pues sí, porque le hubiera dicho tantas cosas que he preferido no decirle ninguna y hacer como me hace a mí. Cuando paso de la línea, cuando le digo alguna cosa seria, es decir, algo que tenemos que hablar pero que no se atreve, calla. Entonces, para contestarle y que luego la que se quede a dos velas sea yo, que se joda y no le digo nada. Además, obviamente, sí, así no ayuda nada, no tendría que decir esas palabras.
¿Pero qué coño se piensa? ¿Qué voy a caer con cuatro palabras bonitas? ¿Qué no aprendo? Pues no, se equivoca. Aprendo. Sigue estando dentro, sigo viendo su cara en mi imaginación, pero eso no significa que siga siendo igual de gilipollas que antes.
Aire.
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