Aída: Fidel por fin sale del armario.
El domingo pasado, después de certificar que voy a volver a escuchar una música muy especial que me pone los pelos de punta, me senté en el sofá para ver como por fin Fidel le decía a su padre que era gay.
Por favor, la conversación inicial de Fidel con Paz vale millones. Dios,...
Fidel: No puedo, Paz, que no puedo, no me ibas a entender. No me ibas a entender ni tú ni nadie. Dios,... y encima no tengo edad para ahogar mis penas en absenta. Nadie me entiende.
Paz: No te lo vas a creer pero no eres al primer quinceañero que le pasa. Venga, tranquilizate Fidel, que ya verás que como cuando te calmes no es tan grave.
Fidel: ¿Qué no es tan grave? ¿Cómo que no es tan grave, Paz? ¿Tú sabes lo que es guardar un secreto durante años, fingir cada día que eres otro, vivir con miedo a que te descubran, a que te rechacen y que ese miedo te coma por dentro hasta que ya no puedes más, Paz? ¡No tienes ni puñetera idea, no tienes ni idea!
Paz: Si la tengo, Fidel.
Fidel: ¿A sí? ¿Y por qué?
Paz: Porque soy puta.
Fidel: Y qué tendrá que ver eso con... ¿Qué? ¿Qué eres puta?
Paz: Shh. ¿Ves? Se perfectamente de lo que hablas, cariño. Mis amigos, mi familia,... nadie sabe quien soy.
Fidel: Pero eso es una putada... Ay, perdón.
Paz: Sí, es muy jodido porque al final no vives tu vida, vives tu mentira. Para mí ya es tarde pero tú todavía estás a tiempo. Y yo no quiero que un chico tan listo y tan especial como tú cometa el mismo error.
Lo mismo los guinistas te sueltan una burrada como parida, que escriben esto tan real, tan bueno. Y Eduardo Casanova, el que hace de Fidel, se vuelve a salir.
¡Que grande!
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